Idolatría invisible

Olvidé que tenía una vida, y convertí el dolor y el pasado en mi vida.
 Empiezo... No hace mucho estuve en la que pensé que sería la mejor y única relación real en mi vida. La definitiva, la que duraría para siempre. Amaba a esa persona sobre todo lo demás, sobre mi familia, mis estudios, mis amigos, mis gustos, incluso llegué a pensar que sobre Dios. Amaba lo que ella hacía, cómo se veía, amaba todo sobre ella, constantemente le repetía que era un sueño estar junto a ella. Era un privilegio que me permitiera amarla y cuidarla. Y como nada es perfecto en la vida y todo lo bueno acaba, también terminó esa relación. Luego de muchas discusiones, largas noches de desvelo, muchas lágrimas, dolor infinito que pensé que nunca acabaría, se fue disipando todo ese amor inmenso, se fue desvaneciendo y tomó su lugar más dolor, resentimiento, recuerdos lamentables, remordimientos innumerables. Todo lo que hacía era pensar en lo que podía haber sido, en cuan diferente sería mi vida si estuviera ahora casado con ella, en lo sencillo que todo se hubiera tornado, en todo el dolor que me causó su inexplicable decisión de terminar lo que decía ella era su mejor relación. Ayer fui a retirar las últimas cosas que dejé por más de un año en la ciudad donde se suponía que viviríamos, al llegar me invadió la nostalgia, las memorias bonitas y las calles desordenadas, abarrotadas de personas inimaginablemente me causaban tristeza por tantas cosas que viví ahí. Empecé a llorar. Me puse a pensar que no quería dejar que ese dolor volviera, que no quería volver a abrir profundamente esas heridas y no entendía porque seguía dirigiendo mis pensamientos hacia ese lugar del pasado, oscuro y caótico. Se suponía que ya casi había pasado un año desde que ella por un mensaje decidió eliminarme de su vida y yo también había empezado a intentar borrarla de la mía. Pero aún no podía. Sin querer llegué a pensar que la idolatría se convirtió en algo común en mi vida. Tanto la idolatría hacía la relación que tuve con ella y la idolatría al pasado, a los recuerdos, a lo que ya no pudo ser, a todo lo que viví con ella. Entendí que finalmente debería dejar ir completamente ese fracaso del pasado. Que debería agradecer por el privilegio de haber pasado por su vida, de haberla conocido, de soñar despiertos y no arrepentirme de haberme dado enteramente a hacer funcionar esa bonita relación. De haber luchado el tiempo complementario y hasta los penales. Lo di todo, sudor y sangre cada día. Ahora no quiero empezar nada, quiero estar solo por mucho tiempo. No quiero volver a equivocarme y ser rechazado una vez más. 
Ruego a Dios perdone lo tonto que fui al pensar que podría reemplazar su lugar en mi vida por las falsas promesas de una persona. Que ingenuo fui. 

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